Los sofás Chesterfield o chéster (abreviatura utilizada en español), son un símbolo indiscutible y emblemático del Estilo Clásico Inglés.
Tradicionalmente en piel, pero también en sus versiones en tela, este icono inconfundible de la tapicería de calidad siempre está de moda.
Historia Chesterfield. Su origen histórico documentado, data de principios del S XIX cuando se emplearon para ambientar los exclusivos y elitistas clubes sociales londinenses, donde sólo se permitía la entrada a socios del género masculino.? En las décadas siguientes pasó a los salones de las casas británicas de la alta sociedad y posteriormente se popularizó hasta convertirse en un icono de la decoración británica y el sofá clásico inglés por excelencia.
Según cuenta la leyenda, aunque existen varias versiones de la misma, su origen se debe al IV Conde de Chesterfield: Philip Dormer Stanhope (22 de septiembre de 1694–24 de marzo de 1773), estadista, diplomático y hombre de letras, mecenas de Voltaire y conocido por las Cartas a su hijo, recopilación de la correspondencia que mantuvo con su hijo natural.
Al parecer, Mr. Stanhope encargó la realización de un sillón a un ebanista local indicándole expresamente que fuera «duro y robusto», con los brazos y respaldo a una misma altura para obligar a sentarse con la espalda recta. El conde de Chesterfield, se había percatado de que los sillones habituales no permitían a su personal de servicio mantener la postura erguida y correcta, lo que deslucía la vestimenta o uniforme de su mayordomo y por ello encargó una butaca especial que respondiese a sus estrictos cánones de estilo.
La leyenda continúa y nos sitúa en lecho de muerte del conde, donde sus últimas palabras antes de expirar, fueron dirigidas a su lacayo, a quien indicó que dieran un asiento al señor Dayrolles (Please, give a seat to Mr. Dayrolles), joven diplomático que había acudido a interesarse por su padrino y benefactor. El leal empleado, probablemente cansado de la rigidez de la butaca que su señor le había impuesto durante años; interpretó la última voluntad de éste al pie de la letra, insistiendo en que el visitante debía llevarse consigo el mueble y obligándole a ello pese a las sonoras protestas del interesado. Mr. Dayrolles, que suponemos hubo de cargar con el pesado mueble durante un buen trecho, se fijó en el sillón al llegar a su casa: un objeto de una magnífica pureza, tapizado con un hermoso cuero marrón salpicado de botones grandes y profundos que parecían darle forma y al que la pátina del tiempo confería un aspecto aún más atractivo. En otras palabras, se trataba de una obra maestra completamente atemporal.
No sabemos exactamente como el sillón en cuestión fue reproducido posteriormente, pero debemos imaginar que se debió a los encargos del círculo de amistades de Mr. Dayrolles, entre quienes el sillón causó admiración. De origen aristocrático, pronto fue adoptado por la burguesía y la clase pudiente como el súmmum del estilo refinado. La proliferación de clubes masculinos primero entre la sociedad londinense y más tarde en el resto de Inglaterra, lo convirtió en pieza fundamental e imprescindible en salones de la alta sociedad británica, despachos de profesionales liberales, banqueros y nuevos ricos. En definitiva, cualquiera que pudiera permitírselo debía tener un Chesterfield para demostrar o aparentar su status social. A todos nos consta, la extrema importancia conferida a las apariencias en la Inglaterra Victoriana.
Lo cierto es que el sillón, que muy pronto apareció en su variante sofá, atravesó las épocas sin pasar de moda. Divulgado en el vasto imperio colonial del Reino Unido por los oficiales de la Armada Británica e introducido con éxito en los círculos de la alta sociedad americana por sus connotaciones nostálgicas de la madre patria. Los colores y modelos (butacas, sillones, banquetas, mecedoras…) que se fueron sucediendo a lo largo de doscientos años, nunca dejaron de inspirarse en el original asiento de la leyenda, si bien han ido mejorando su comodidad en su adaptación a entornos domésticos y necesidades actuales. El tapizado capitoné (botones cosidos a mano), las patas cortas y torneadas son las principales características de esta joya del diseño.
Dos siglos después del episodio de la muerte del conde y el nacimiento del Chesterfield, este sofá sigue identificándose en el mundo entero con el buen gusto y el estilo clásico. Además, en época reciente, el auge del estilo retro, les sitúa también como referencia decorativa obligada de plena actualidad. Su inimitable acolchado y sus elegantes formas han sido adoptados por diseñadores y creadores de interior que los integran también en ambientes modernos y minimalistas.
El Chesterfield está de moda y actualmente, resulta habitual encontrarlos también en ambientes muy alejados de lo clásico. Los vemos a menudo en los medios de comunicación, cine, tv, revistas de sociedad, y en los hogares de famosos, políticos, actores, modelos, campañas publicitarias, videos musicales de grupos de Rock y estrellas del Pop.
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