Hoy en día los sofás de los 60 están muy de moda, prueba de ello es el modelo Chester o Chesterfield (originario del inglés) que sigue vendiéndose muchísimo a día de hoy. Ya sea en piel o en sus versiones en tela, este icono inconfundible de la tapicería de calidad siempre es un «must have»
El Chester es un símbolo indiscutible y emblemático del estilo más clásico inglés. Con origen histórico documentado, data de principios del S.XIX cuando se utilizaban para ambientar exclusivos clubes sociales londinenses, dónde sólo se permitía la entrada a socios. En esa época, los clubes de Londres sólo eran transitados por hombres. En las décadas siguientes este tipo de sofás pasó a ocupar los salones de las casas británicas de la alta sociedad y posteriormente se popularizaron hasta convertirse en un icono de la decoración británica y del sofá clásico inglés.
El origen del Chester se basa en la figura del Conde IV de Chesterfield, de ahí su nombre. El Conde IV de Chesterfield, Philip Dormer Stanhope, solicitó a un ebanista local que le fabricara un sofá robusto y duro (explícitamente) con los brazos y el respaldo a una misma altura para obligar a sentarse con la espalda recta.
El Conde de Chesterfield tenía especial manía a los sofás de la época puesto que éstos no permitían a su personal de servicio mantener la postura erguida y correcta, lo que deslucía la vestimenta o uniforme de su mayordomo. Este fue el principal motivo de su encargo al ebanista. Pero, ¿cómo llego este sofá a convertirse en una pieza atemporal? Pues la «leyenda» reconoce a Mr.Dayrolles como el prescriptor del conde. Tras la muerte del Conde, el mayordomo a petición expresa de éste llevó el sofá a casa de Mr.Dayrolles y fue allí dónde los amigos y conocidos de Mr.Dayrolles quedaron maravillados con la estética y los acabados de aquella maravillosa obra de arte.
De origen aristocrático, pronto se hizo hueco entre la burguesía y la clase pudiente ya que éste desprendía estilo y pureza británica a través de su línea. La inserción en los clubes londinenses privados primero, y más tarde en el resto de cafés y clubes de las ciudades británicas hicieron que el sofá se convirtiera en una pieza fundamental de la época. Tanto es así que hoy en día este sofá sigue siendo una pieza clave en nuestros salones. Prueba de ello son las nuevas versiones del Chester, también en butaca, como esta:
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