Del mismo modo que los tejidos de uso diario, como la ropa, alfombras o cortinas, los tapizados de nuestros sofás y sillones también se ensucian y acumulan polvo a consecuencia del uso, los animales de compañía, los niños o del medio ambiente. Por eso son indispensables unos mínimos cuidados y mantenimiento para que nos duren más tiempo en perfecto estado.
Por lo general, si el sofá es de tela, bastará con pasar semanalmente el aspirador, con la ayuda de un cepillo, para así retirar la suciedad acumulada y evitar que la tapicería se estropee o pierda color.
Si el sofá es de piel o polipiel, no lo limpies con productos que contengan disolventes, alcohol o acetona. Con un producto que hidrate la piel o un trapo húmedo bastará.
En la limpieza semanal es importante que no olvidemos los bordes y pliegues, ya que son las zonas en las que más polvo y suciedad se acumula y, por tanto, las zonas más susceptibles de estropearse.
Si nuestro sofá es desenfundable y el tapizado permite el lavado con agua, podemos lavarlas en la lavadora, vueltas del revés y con la cremallera cerrada. Si tienen velcro es importante que lo protejamos con un tejido adherido para que no se estropee.
Hay que recordar que no se debe limpiar el sofá con productos abrasivos o lejía, ni detergentes blanqueadores ni suavizantes. Y nunca debe dejarse secar la funda al sol, ya que podría dañarse el tapizado o el color.
Si cada semana retiráis el polvo y suciedad, evitáis los objetos punzantes, poner los pies sobre el sofá y que los niños salten en él, conseguiréis alargar la vida de vuestro sofá fácilmente.
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